domingo, 4 de septiembre de 2016

Jung y los artistas

"Existen dos cosas muy importantes en el mundo: una es el sexo, la otra no me acuerdo" dicen que dijo en alguna parte Woody Allen. Y también: "El sexo es sucio sólo cuando se hace bien". Si profesas opiniones como esas, probablemente te sentirás mejor con Freud que con Jung (por algo Woody se está psicoanalizando desde que tuvo dinero para pagar la consulta). Por otra parte, si crees que "hay otros mundos, pero están en éste", que el misterio es casi siempre más interesante que la explicación, o que el arte logra sus efectos catárticos por medio de una suspensión temporal de la incredulidad, entonces tal vez estás más cerca del pensamiento de Jung.

Los famosos conceptos jungianos como el "inconsciente colectivo" y los "arquetipos" han abierto la mitología y las manifestaciones espirituales y religiosas del mundo entero a una nueva interpretación: resulta que todas se parecen. Todas son diferentes pero tienen rasgos comunes, son esencialmente lo mismo. Es natural que los positivistas "boten la piedra" cuando oyen hablar de un sustrato psíquico común a toda la humanidad, que debe formar parte de la estructura del cerebro, pero no sabemos cómo. No importa, hay una intuición, una fe, y no puede ser que todo se explique porque quiero echarme al pico a mi padre y retozar con mi madre. O porque nos parezcamos al perro que saliva cuando oye la campanilla. Eso forma parte, tiene innegable importancia, pero no es lo único que hay. Para el psiquismo humano la vida aparece como una serie interminable de dualidades (día y noche, hombre y mujer, bueno y malo, intelectualidad y sentimentalismo...), opuestos complementarios que se enfrentan continuamente, y esa lucha dialéctica tradicionalmente ha sido representada con imágenes y símbolos "arquetípicos", es decir, que hablan un lenguaje que no es racional pero puede ser intuitivamente comprendido por todos... claro, por todos los que aceptan que hay en el mundo algo más que la materia y el conocimiento empírico de ella. Como decía Aristóteles, no hay materia sin forma, pero la forma sin materia es Dios.

Es natural que muchos artistas se sientan atraídos por esta forma de introspección que reivindica y estimula la representación simbólica. Me gustaría comentar brevemente el caso del escritor Hermann Hesse, autor también injustamente olvidado (hoy en día la gente tiende a leer cosas como Harry Potter o El Monje que vendió su Ferrari, o incluso El Conde que vendió su carrucha, pero en los 70 en la mochila de muchos hippies estaban los libros de Hesse: El Lobo Estepario, Siddharta, El Juego de los Abalorios... eran mis "lecturas de juventud").

Bueno, para ser breves: Hesse en su etapa suicida se sometió a tratamiento con un seguidor de Jung, y con el tiempo llegó a conocer y hacerse amigo del propio "maestro de Zürich". Tenían muchas cosas en común, aparte de ser suizos, incluso su apariencia (su persona-máscara, diría Jung) era bastante similar. El enfoque psicológico de los jungianos tenía también muchas semejanzas con el ideario y los temas de Hesse. Hay un libro en particular, cuya lectura recomiendo (no digo que sea mejor que Harry Potter, puesto que nunca lo he leído) que es una hermosa reflexión sobre la evolución de la personalidad immersa en un mundo de símbolos y de "senderos que se bifurcan": se trata de Demián, otro infaltable en la mochila de los hippies.

Es una investigación que recomiendo, aunque más no sea que para nadar contra la corriente y leer otra cosa diferente de los best-sellers y manuales de autoayuda que lee la masa (el rebaño, diría Nietzsche). Todos somos lo mismo, pero cada uno de nosotros tiene el deber de ser diferente. Como comentario final, Demián inspiró uno de los mejores discos de rock de la era hippie: Abraxas, de Santana. Tarea para mis estudiantes: ¿quién (o qué) carrizo es Abraxas?

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Hola prof. Pedro, me gustaria comentar respecto a su articulo, que encuentro una evidente similitud entre el Dios Abraxas y el simbolo del Ying y el Yang, ya que el primero representaba para antiguas civilizaciones la desambiguacion del bien y el mal, ya que ambos estaban contenidos en el, se dice que su caracter podian variar a ser desde muy misericordioso a muy severo segun como midiera el corazon el hombre. Lo mismo ocurre en el simbolo chino donde se describe la presencia del opuesto en el contrario, es decir el encuentro y la complementacion de lo diferentes, la vinculacion de lo femenino y lo masculino generando el aliento de vida. Segun los taoistas es este encuentro de contrastes lo que da movimiento al universo, ese que se insinua en las curvas de su forma. Si, a lo largo del globo terraqueo las culturas elaboran distintas cosmogonias de diferentes iconografias, que en el fondo arquetipico o metaforico terminan remitiendo al mismo contenido. Lo curioso es, que en el Diccionario de Simbolos de Eduard Cirlot, el Ying-Yang aparece en la definicion de Amor, ya que este representa la trascendencia de la dualidad.

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