¿Cuál
es tu teoría conspirativa favorita? Yo tengo varias. Sin ellas, nunca podría
entender lo que está pasando. Un sano escepticismo me dice que es imposible conformarse
con las versiones oficiales. Sin importar de qué lado vengan. Ya sabemos lo que
dijo Voltaire (creo que fue él; palabra más, palabra menos): Dime a quién no te
permiten criticar y te diré quién es tu dueño.
Después
de la histeria colectiva de la cuarentena por COVID, el mundo que conocemos no
hace más que acelerar su proceso de derrumbe (o tal vez de-construcción) y re-composición;
o si prefieres, de análisis y síntesis, con resultados inesperados, nunca antes vistos. Ya estamos en el post-apocalipsis, el viejo mundo
se acabó hace rato, seguimos penetrando traumáticamente el nuevo, y para
terminar de hacerlo quizás necesitemos una fulminante purificación por el
fuego.
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Andrei Raevsky
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Desde
que Edward Bernays y sus secuaces consiguieran a principios del siglo XX que
todo el mundo usara relojes de pulsera, que los gringos comieran tocineta en el
desayuno y que las mujeres decentes fumaran como chimeneas, quedó evidenciado
el poder de la propaganda, o manipulación
del inconsciente colectivo de las masas para favorecer los intereses de los
poderosos. Y el arte-ciencia de la manipulación siguió evolucionando hasta
alcanzar su máximo esplendor en el siglo XXI: primero fue el show de las Torres
Gemelas, que marcó la pauta durante las primeras décadas. Luego vino lo de la
pandemia (algunos la llaman Plandemia),
un evento cuidadosamente preparado por años que consiguió paralizar la economía
mundial, empobreciendo y aterrorizando a las grandes mayorías, mientras las
gigantescas corporaciones tecnológicas y farmacéuticas aumentaban
exponencialmente su riqueza.
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Alfredo Jalife
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En
un mundo que se polariza, se debe escuchar lo que dicen los dos (o tres o más)
polos. Yo siempre leo la BBC para conocer la agenda imperial anglo-sionista.
Para contrastarla, consulto algunas fuentes alternativas. Tengo mis héroes y
campeones en la lucha contra la desinformación. Fui un gran seguidor de Walter
Martínez. Ahora recomiendo ampliamente al analista mexicano Alfredo Jalife. Hay
que seguir la geo-política, la geo-estrategia, la geo-historia, hasta alcanzar
la geo-consciencia. Dado que la guerra es la continuación de la política por
otros medios (y viceversa), es importante analizar los “acontecimientos en
pleno desarrollo” como si fueran un juego de guerra. En ese sentido, para mí
fue una revelación descubrir (hace ya varios años) el blog The Saker, del geo-analista ruso Andrei Raevsky. Yo lo leo en
inglés, pero creo que apretando un botón se consiguen traducciones a diferentes
idiomas.
Respecto
al tema de la salud pública, mis fuentes alternativas me han revelado una
historia totalmente espeluznante, que de paso confirma las sospechas que
siempre había tenido al respecto. Se trata del SIDA, que desde los años 80 se
convirtió en la gran amenaza, la espada de Damocles, el gran espantajo, la gran
herramienta de manipulación. El propósito de la feroz campaña mediática
desatada en torno al SIDA era, según parece, introducir el terrorismo en el
campo de la sexualidad humana.
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Tom Hanks |
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Mis
fuentes alternativas, siempre acusadas de propalar teorías conspirativas porque
no aceptan el consenso impuesto por los sacrosantos expertos y autoridades “científicas”
y académicas, me llevaron a descubrir un libro llamado “Inventando el virus
VIH”, de Peter Duesberg. Este señor es un virólogo de muchísimo prestigio, con
todos los doctorados del mundo y avalado por las universidades e institutos de
investigación más famosos, que lleva años afirmando que todo lo que nos dicen
sobre el SIDA, o bien es mentira, o ha sido mal interpretado y manipulado.
Aunque no soy ni remotamente un conocedor del tema, me limitaré a hacer un
breve resumen sobre las ideas que más llamaron mi atención al leer (una parte)
de este libro.
Para
empezar, las nociones de que el SIDA es UNA enfermedad “venérea” transmitida
por un virus llamado VIH y que sólo puede curarse con tratamientos que emplean drogas
muy tóxicas y costosas, son todas FALSAS. Los argumentos que sustentan esta atrevida
aseveración constituyen la llamada “hipótesis de Duesberg”. Es interesante
presentarlos uno por uno.
Para
empezar, el SIDA no es una enfermedad, sino un síndrome que abarca al menos 30
enfermedades diferentes, incluyendo neumonía, tuberculosis y diversas
infecciones microbianas, además del sarcoma de Kaposi, demencia, linfoma y
otras de origen no microbiano. Lo único que permite asociar todas estas
enfermedades bajo la etiqueta de SIDA es la presencia (o ausencia) de anticuerpos contra el VIH en la sangre
de los pacientes. La hipótesis de que este virus en particular es el causante
del SIDA sería el pilar que sostiene, en palabras de Duesberg, “el imperio
global del SIDA”, la epidemia en cuyo combate se ha gastado más dinero en la
historia de la medicina (al menos hasta la aparición del COVID), con resultados
hasta ahora muy dudosos.
Nadie
muere de SIDA, sino de una o varias de las 30 enfermedades asociadas. ¿De
cuáles moriría el personaje que hace Tom Hanks en Philadelphia? Parece que de una afección pulmonar. Además tenía
Kaposi, según recuerdo. ¿Y Freddie Mercury? ¿Y Michel Foucault?
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Michel Foucault, hedonista
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Las
drogas como el AZT que se usan para matar al presunto virus “causante” del
“SIDA” se aplicaban antes en la quimioterapia. Son drogas muy dañinas. El
tratamiento contra el cáncer mata todo, a los malos y a los buenos. Pero si
ahora resulta que el virus VIH es un microbio inocuo, uno más de los millones
que pululan en el organismo humano, y que es totalmente pasivo e inofensivo, tendríamos
que pasar bruscamente de las teorías conspirativas al método paranoico-crítico
de Salvador Dalí.
El
SIDA no es una enfermedad transmitida por un microbio. No es una especie de
supergonorrea. Aparece como consecuencia de un estilo de vida que se puso muy
de moda después de la proclamada “liberación sexual” de los años 70. Los únicos
que realmente se liberaron fueron los homosexuales, que pusieron a valer su
poderoso brazo político a principios de los 80. El movimiento gay conoció su
esplendor y reforzó su prestigio cultural. Entonces, se popularizó un estilo de
vida promiscuo, aderezado por el uso de drogas de todo tipo, sobre todo
inhalantes afrodisíacos y drogas “duras” intravenosas. Trasnochos, excesos,
días sin comer ni dormir, pésima alimentación, se hicieron habituales en medio
de un hedonismo sexual globalizado.
Las
estadísticas que muestra Duesberg parecen contundentes: del total registrado de
pacientes con SIDA en EE.UU, el 90% son hombres, y de ellos, un 62% son
homosexuales y 32% son usuarios de drogas intravenosas. Hemofílicos y pacientes
que reciben transfusiones aparecen en un lejano tercer lugar. El síndrome
parece confinarse a algunos grupos de riesgo. Pero en algún momento se montó
una operación psicológica a nivel mundial que quería implantar la idea de que
cualquier relación sexual implicaba un peligro de muerte. Si te acuestas con
alguien, te acuestas con toda su historia, recuerdo que decía un anuncio
difundido masivamente. O el cuento del tipo que se acostó con la tipa buenota y
ésta le escribió después en el espejo del cuarto (con lápiz labial, desde
luego) “Bienvenido al mundo del SIDA”. Teorías conspirativas…
Las
investigaciones sobre el SIDA reciben desde hace 40 años un financiamiento
colosal. El tratamiento basado en la teoría del VIH ha resultado ser un negocio
fabuloso, y mucha gente teme perder su modus
vivendi si se comprueba que dicho método se basa en una hipótesis falsa. De
modo que Duesberg, uno de los grandes hombres de la virología mundial, cayó en
desgracia y es descalificado por (casi) la unanimidad del establishment
científico.
Lo
que pasa es que un planteamiento que destruya el consenso aceptado por la generalidad
tiene que ser respaldado por pruebas y evidencias abrumadoras. Y ni aun así hay
garantías de que una idea que ponga en peligro las riquezas que algún estamento
ha acumulado gracias a creer en la idea opuesta sea aceptada fácilmente.
Cambiando
de tema, es muy reconfortante que por fin la guerra de Ucrania haya tumbado al
COVID como titular de primera plana. Hoy, por primera vez en más de dos años,
la BBC presenta siete u ocho historias sobre Ucrania antes de mostrar la
primera sobre el COVID. Parece que, finalmente, éste pasará de moda. Será un
gran alivio. Volveremos a tener clases presenciales. Dejaremos de estafar a los
estudiantes. Entre otras cosas.
El
último titular sobre el COVID fue la revuelta de los camioneros que ocuparon
Ottawa, capital del Canadá. El así llamado “primer mundo” contempla
boquiabierto el renacimiento del nazi-fascismo. Y ahora, lo de Ucrania. Lo
primero que hay que decir es que no se debe tomar partido en esa guerra —ni en
ninguna donde uno no se esté jugando la propia supervivencia. Ya no puede haber
guerras como las que lanzaron Napoleón o Hitler. Hoy en día, una guerra contra
Rusia por el dominio del centro de Eurasia implicaría el suicidio termonuclear de
la humanidad. De modo que no es una opción para nadie.
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Guarimba, Chacao 2014
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Por
otra parte, como dijo Sun Tzu, la guerra es la peor desgracia, pero si hay que
pelear, entonces hay que pegar primero y ser veloz como el rayo. Putin, el gran
ajedrecista, invade para “desmilitarizar y des-nazificar” Ucrania. Hay que
decir que el actual gobierno de Ucrania nace a partir de la guarimba (o “revolución
de color”) de 2014, desarrollada simultáneamente en Chacao/Baruta y en la plaza
Maidán en Kiev. La guarimba criolla fue desinflándose gradualmente, pero la de
Ucrania sí logró tumbar el gobierno. Imaginemos un gobierno formado por
Leopoldo López y María Corina Machado y tendremos una idea de quiénes llegaron
al poder después de aquellos desórdenes.
Aunque
Leopoldo es señalado como fascista, yo creo que es demasiado niño-bien para ser
un verdadero fascista, ya que estos suelen engendrarse en los arrabales más
abyectos. Según mi interpretación, Leopoldo era visto en 2014 como un buen
candidato a mártir (un tipo joven y buenmozo asesinado por una dictadura
sanguinaria). Por eso lo querían matar, aprovechando su breve paso por la
clandestinidad. Eso fue lo que el mismo Leopoldo dijo después de que se
entregó.
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Maidán, 2014
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Mientras
los neonazis de Chacao/Baruta parecen unos
amateurs,
en Ucrania existe un movimiento genuinamente fascista y de pura cepa desde los
años 30. Durante la invasión alemana (nazi) de 1941, esta gente colaboró y cometió
numerosas atrocidades. Es decir, hay una tradición fascista de 80 años, varias
generaciones que sostienen la herencia de
Stepan Bandera y se rapan el cráneo,
se tatúan esvásticas y salen a buscar rusos para matarlos. Esta clase de gente se hizo con
el poder, y se comprometieron a defender el ideario fascista “hasta el último
ucraniano”, ya que, como sabemos, la OTAN no puede intervenir.
En
conclusión, recomiendo aplicar uno de los métodos del escepticismo, la
suspensión del juicio o epojé, cada
vez que los medios masivos del imperio empiezan con su alharaca, porque eso
revela que ha empezado una nueva operación psicológica. Aunque si nos hablan de
teorías conspirativas descalificadas por los medios oficiales, ahí sí debemos escuchar
atentamente. La conspiración QAnon, por ejemplo, no es tan descabellada como
nos la quieren hacer ver BBC, CNN o la Deutsche Welle. Los líderes del imperio
están metidos desde siempre en la trata de blancas y en las redes pedofílicas. Esto
quedó en evidencia con el caso de Jeffrey Epstein, un escándalo que salpicó por
igual a Trump, a Clinton y al príncipe Andrés, quien perdió sus privilegios aristocráticos
en un Reino Unido que parece tan poco unido como los EE.UU.
Con
la guerra de Ucrania, pienso que Putin ha empezado una partida de ajedrez con
los gringos, y que tiene las mejores probabilidades de ganarla. El liderazgo
ruso-chino parece tener objetivos estratégicos claros y una firmeza para lograrlos
que va más allá de los discursos y la farandulería. Del lado de Occidente, dan la impresión de que han
perdido la brújula. Van y vienen, se contradicen unos con otros. Los alemanes,
por ejemplo, mandan a cerrar la tubería por donde los rusos les pueden mandar
gas más barato, y en pleno invierno. La explicación es que esa acción le
conviene más a su protector, los EE.UU, que les ofrece el mismo gas pero más
caro. ¿Cuánto tiempo puede sostenerse una paradoja semejante?
Recordemos
también que, con la política de las sanciones económicas, ni siquiera pudieron
tumbar al gobierno de Venezuela, que no se puede comparar con Rusia, una de las
tres potencias hegemónicas, uno de los tres imperios que se disputan el mundo.
China y Rusia fueron imperios. EE.UU es el heredero del imperio británico, el
más extenso, sangriento y traicionero de la historia.
Estemos
muy atentos. La guerra mediática puede ser la única que están ganando los
gringos. El virus de la rusofobia pasa a ocupar el lugar del COVID en la
“guerra cognitiva”. Los titiriteros del mundo ya han ensayado muchos trucos
nuevos con la pandemia, y les han salido muy bien. La gente se acostumbró a
tener miedo y obedecer. Eso es muy peligroso, aunque más peligroso aún es que
se crean cualquier historia que les cuenten.
Uff, guacatela
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