domingo, 25 de febrero de 2018

Entre la desidia y la heterodoxia


Presento mis excusas a mis millones de lectores una vez más: hasta hace muy poco tuve que concentrar todos mis esfuerzos en escribir un ensayo “oficial” para el “concurso de oposición” que determinaría si me quedaba o me iba de esta universidad. Eso, junto con mis habituales ocupaciones - como traducir algún texto por un puñado de devaluados bolívares (mientras el kilo de queso escala alturas himaláyicas y ya he renunciado a comer huevos, no digamos a tomar cerveza) o evaluar “exámenes” y reportar calificaciones y otras cosas que hacen los profesores - han hecho que descuide el blog… pero una lectora que me hizo un reclamo recientemente me demostró que sí hay gente que quiere leerme, pero no puede porque no escribo… entonces sólo me queda repetir con Rimbaud: “Pero, ¿quién hizo tan pérfida mi lengua como para que guiara y amparara hasta aquí mi pereza?”, y volver a tomar metafóricamente la pluma (en realidad, el teclado) y escribir una nueva entrada tras todos estos meses de silencio.
La desidia tiende a paralizarnos: nuestro clima tropical (que tanto nos envidian los germánicos) es delicioso pero nos hace perezosos, y luego lo culpamos por entregarnos al dolce far niente… Por otra parte, mi heterodoxia (el vicio que tengo de querer pensar con mi propio cerebro en vez de repetir las supuestas verdades oficialmente aceptadas) siempre me mete en apuros en el mundo académico (que por lo demás se caracteriza por las zancadillas y emboscadas)… de ahí que puedo decir que me “salvé de chiripa” del concurso de oposición y seguiré por ahora dando clases aquí (con la seguridad de haber pasado a la categoría de ordinario)… Pero basta de hablar de mí mismo. Quisiera hacer un resumen de varios de los temas que traté en el mencionado ensayo para compartirlo con mis queridos lectores. Eso me llevará varias entradas. Empezaré hablando de los mitos de la modernidad, en su sentido histórico, en particular del eurocentrismo, siempre bajo mi enfoque heterodoxo.

Dussel y el mapamundi
El año pasado cuando vino Enrique Dussel a UNEARTE me perdí su conferencia magistral, pero esa misma noche tuve la oportunidad de verlo en ese clásico de nuestra TV que es el Dossier de Walter Martínez. La actuación de Dussel cuando Walter le pasó su célebre puntero y se colocó delante del mapamundi fue tan espectacular que de ahora en adelante juro que no usaré otro recurso para explicar la crítica a la modernidad que hace este profesor argentino-mexicano. Una observación crítica que hay que hacer: no hay mapamundis en las escuelas venezolanas, ni en UNEARTE, ni en la UCV ni en los liceos ni en ninguna parte que yo recuerde. Pero resulta que el mapamundi habla por sí mismo, cuenta historias y es imprescindible para explicar tantas cosas que tanto profesores como estudiantes deberíamos exigir su presencia.
En efecto, echemos un vistazo al mapamundi convencional, análogo al que ostenta Walter en el estudio 3 de Venezolana de Televisión (sin las divisiones políticas, lo cual hace que se vea como si estuviera desnudo):



Se trata de la famosa Proyección Mercator, que pretende representar la esfera terráquea en un área rectangular. Es conocido el efecto de distorsión que esto ocasiona, y que se ilustra con el ejemplo de Groenlandia, que parece ser más grande que África, aunque este continente es de hecho 14 veces más grande que la gélida isla del Ártico. Pero ésa no es la única característica de este mapamundi: viéndolo atentamente descubrimos que es totalmente eurocéntrico. La distribución de las masas continentales es tal que Europa aparece en el sitio privilegiado (en la sección áurea) del mapa. De inmediato podemos notar otro detalle interesante: el mapa casi nos cuenta la historia del viaje de Colón, que como se sabe, viajó hacia Occidente para tratar de llegar a Oriente. Eso explica la ubicación de América al Oeste de Europa. Y otra de las ideas de Dussel sobre la modernidad se ve ilustrada claramente: el desplazamiento del “centro del mundo”, que antes era el Mediterráneo (y que ahora aparece desplazado al Este) hacia el Atlántico, que ocupa el centro del mapa. También la distribución del mapa explica la nomenclatura que se da a las regiones del mundo: el Cercano Oriente es lo que está más cerca de Europa viendo hacia el este. El Lejano Oriente sería la zona más alejada, una reminiscencia de las ideas de Hegel, según las cuales el Espíritu Objetivo se fue desplazando desde las antiguas civilizaciones del Oriente, donde vivió su infancia, para pasar luego hacia Grecia y Roma, donde pasaría su adolescencia, para finalmente alcanzar su plenitud en Europa Occidental. Excluyendo desde luego a España y Portugal, que no merecen ni una mención en el germanocentrismo hegeliano.
Pues bien, recientemente descubrí que existe una nueva versión del mapamundi, radicalmente diferente a las que estamos habituados a ver. La información y la ilustración son cortesía (como se dice cuando uno se roba descaradamente algo en Internet) del portal BBC Mundo del 2 de noviembre de 2016.



El diseño de este curioso mapa es del japonés Hajime Narukawa, que utilizó una técnica de división de la esfera en triángulos inspirado en el origami. En esta nueva versión, ya Groenlandia no parece ser mayor que África, la Antártida no aparece seccionada, y lo más interesante de todo: Europa no parece ser el centro del mundo. De hecho, el (para nosotros) Viejo Continente aparece muy desplazado hacia el Oeste, evidenciando además sus pequeñas dimensiones. Esta es la Europa de la que habla Dussel: pequeña y asediada por enormes masas de tierra habitadas por pueblos mucho más antiguos y con culturas mucho más adelantadas que amenazaban con devorarla. El predominio mundial de Europa es un fenómeno de la modernidad histórica, que se inicia con el viaje de Colón en 1492, pero que se consolida finalmente gracias a la Revolución Industrial de mediados del siglo XVIII, es decir, que cuenta apenas con apenas unos 250 años. En cambio China puede alardear de una civilización mucho más antigua y tecnológicamente avanzada, que produjo mucho antes que Europa los inventos más característicos de la modernidad (brújula, papel, imprenta, pólvora, papel moneda y hasta el spaghetti) y que tenía intercambios comerciales globales mucho antes de que los europeos, gracias a las poderosas armas de fuego que sus industrias produjeron en los últimos tiempos, se lanzara a la conquista del mundo a sangre y fuego en los últimos dos siglos y medio.
Cabe señalar también la ubicación de las Américas al Este... pues este mapamundi nuevo no cree en la supremacía del Occidente. Por eso digo que es descolonializado, descentralizado y desprejuiciado. Revela en todo caso donde se encuentra situado el auténtico heredero del imperialismo europeo: ya no en la antigua metrópoli sino en América del Norte.

En futuras entradas trataremos otros temas apasionantes como el helenocentrismo y la historia alternativa de la filosofía que necesitamos conocer para librarnos de la colonialidad intelectual, que es más fuerte y persistente que el propio colonialismo.