Presento
mis excusas a mis millones de lectores una vez más: hasta hace muy poco tuve
que concentrar todos mis esfuerzos en escribir un ensayo “oficial” para el
“concurso de oposición” que determinaría si me quedaba o me iba de esta
universidad. Eso, junto con mis habituales ocupaciones - como traducir algún
texto por un puñado de devaluados bolívares (mientras el kilo de queso escala
alturas himaláyicas y ya he renunciado a comer huevos, no digamos a tomar
cerveza) o evaluar “exámenes” y reportar calificaciones y otras cosas que hacen
los profesores - han hecho que descuide el blog… pero una lectora que me hizo
un reclamo recientemente me demostró que sí
hay gente que quiere leerme, pero no puede porque no escribo… entonces sólo
me queda repetir con Rimbaud: “Pero, ¿quién hizo tan pérfida mi lengua como
para que guiara y amparara hasta aquí mi pereza?”, y volver a tomar
metafóricamente la pluma (en realidad, el teclado) y escribir una nueva entrada
tras todos estos meses de silencio.
La
desidia tiende a paralizarnos: nuestro clima tropical (que tanto nos envidian
los germánicos) es delicioso pero nos hace perezosos, y luego lo culpamos por entregarnos
al dolce far niente… Por otra parte,
mi heterodoxia (el vicio que tengo de querer pensar con mi propio cerebro en
vez de repetir las supuestas verdades oficialmente aceptadas) siempre me mete
en apuros en el mundo académico (que por lo demás se caracteriza por las
zancadillas y emboscadas)… de ahí que puedo decir que me “salvé de chiripa” del
concurso de oposición y seguiré por ahora dando clases aquí (con la seguridad
de haber pasado a la categoría de ordinario)…
Pero basta de hablar de mí mismo. Quisiera hacer un resumen de varios de los
temas que traté en el mencionado ensayo para compartirlo con mis queridos
lectores. Eso me llevará varias entradas. Empezaré hablando de los mitos de la
modernidad, en su sentido histórico, en particular del eurocentrismo, siempre bajo
mi enfoque heterodoxo.
Dussel y el mapamundi
El
año pasado cuando vino Enrique Dussel a UNEARTE me perdí su conferencia
magistral, pero esa misma noche tuve la oportunidad de verlo en ese clásico de
nuestra TV que es el Dossier de Walter Martínez. La actuación de Dussel cuando
Walter le pasó su célebre puntero y se colocó delante del mapamundi fue tan
espectacular que de ahora en adelante juro que no usaré otro recurso para
explicar la crítica a la modernidad que hace este profesor argentino-mexicano.
Una observación crítica que hay que hacer: no hay mapamundis en las escuelas
venezolanas, ni en UNEARTE, ni en la UCV ni en los liceos ni en ninguna parte
que yo recuerde. Pero resulta que el mapamundi habla por sí mismo, cuenta
historias y es imprescindible para explicar tantas cosas que tanto profesores
como estudiantes deberíamos exigir su presencia.
En
efecto, echemos un vistazo al mapamundi convencional, análogo al que ostenta
Walter en el estudio 3 de Venezolana de Televisión (sin las divisiones
políticas, lo cual hace que se vea como si estuviera desnudo):
Se
trata de la famosa Proyección Mercator, que pretende representar la esfera
terráquea en un área rectangular. Es conocido el efecto de distorsión que esto
ocasiona, y que se ilustra con el ejemplo de Groenlandia, que parece ser más
grande que África, aunque este continente es de hecho 14 veces más grande que la
gélida isla del Ártico. Pero ésa no es la única característica de este
mapamundi: viéndolo atentamente descubrimos que es totalmente eurocéntrico. La distribución de las
masas continentales es tal que Europa aparece en el sitio privilegiado (en la sección
áurea) del mapa. De inmediato podemos notar otro detalle interesante: el mapa
casi nos cuenta la historia del viaje de Colón, que como se sabe, viajó hacia
Occidente para tratar de llegar a Oriente. Eso explica la ubicación de América
al Oeste de Europa. Y otra de las ideas de Dussel sobre la modernidad se ve
ilustrada claramente: el desplazamiento del “centro del mundo”, que antes era
el Mediterráneo (y que ahora aparece desplazado al Este) hacia el Atlántico,
que ocupa el centro del mapa. También la distribución del mapa explica la
nomenclatura que se da a las regiones del mundo: el Cercano Oriente es lo que
está más cerca de Europa viendo hacia el este. El Lejano Oriente sería la zona
más alejada, una reminiscencia de las ideas de Hegel, según las cuales el
Espíritu Objetivo se fue desplazando desde las antiguas civilizaciones del
Oriente, donde vivió su infancia, para pasar luego hacia Grecia y Roma, donde
pasaría su adolescencia, para finalmente alcanzar su plenitud en Europa
Occidental. Excluyendo desde luego a España y Portugal, que no merecen ni una
mención en el germanocentrismo hegeliano.
Pues
bien, recientemente descubrí que existe una nueva versión del mapamundi,
radicalmente diferente a las que estamos habituados a ver. La información y la
ilustración son cortesía (como se dice cuando uno se roba descaradamente algo
en Internet) del portal BBC Mundo del 2 de noviembre de 2016.
El
diseño de este curioso mapa es del japonés Hajime Narukawa, que utilizó una
técnica de división de la esfera en triángulos inspirado en el origami. En esta
nueva versión, ya Groenlandia no parece ser mayor que África, la Antártida no
aparece seccionada, y lo más interesante de todo: Europa no parece ser el
centro del mundo. De hecho, el (para nosotros) Viejo Continente aparece muy
desplazado hacia el Oeste, evidenciando además sus pequeñas dimensiones. Esta
es la Europa de la que habla Dussel: pequeña y asediada por enormes masas de
tierra habitadas por pueblos mucho más antiguos y con culturas mucho más
adelantadas que amenazaban con devorarla. El predominio mundial de Europa es un
fenómeno de la modernidad histórica, que se inicia con el viaje de Colón en
1492, pero que se consolida finalmente gracias a la Revolución Industrial de
mediados del siglo XVIII, es decir, que cuenta apenas con apenas unos 250 años.
En cambio China puede alardear de una civilización mucho más antigua y
tecnológicamente avanzada, que produjo mucho antes que Europa los inventos más
característicos de la modernidad (brújula, papel, imprenta, pólvora, papel
moneda y hasta el spaghetti) y que tenía intercambios comerciales globales
mucho antes de que los europeos, gracias a las poderosas armas de fuego que sus
industrias produjeron en los últimos tiempos, se lanzara a la conquista del
mundo a sangre y fuego en los últimos dos siglos y medio.
Cabe señalar también la ubicación de las Américas al Este... pues este mapamundi nuevo no cree en la supremacía del Occidente. Por eso digo que es descolonializado, descentralizado y desprejuiciado. Revela en todo caso donde se encuentra situado el auténtico heredero del imperialismo europeo: ya no en la antigua metrópoli sino en América del Norte.
En
futuras entradas trataremos otros temas apasionantes como el helenocentrismo y
la historia alternativa de la filosofía que necesitamos conocer para librarnos
de la colonialidad intelectual, que es más fuerte y persistente que el propio
colonialismo.