miércoles, 31 de agosto de 2016

Jung: liberarse del liberador

Después de años de rechazos y condenas, finalmente las ideas de Freud empezaron a ser aceptadas y consiguió reunir en torno suyo un grupo creciente de seguidores y discípulos.Su Teoría Sexual lo explicaba todo, y el closet victoriano quedaba abierto de par en par: masturbación, incesto, narcisismo, pedofilia, priapismo, bisexualidad, sexo anal, sexo oral, sexo, sexo... y cocaína. Aunque Freud modestamente dice que él sólo se interesó un tiempo por aquel anestésico recientemente descubierto y que le dedicó un apresurado estudio (Über Coca), dejándose arrebatar por otros la fama por los usos clínicos del poderoso alcaloide... en realidad el "quinto jinete del Apocalipsis" hizo presa del joven médico y lo acompañó por un período inconfesable de su vida.

Sea como fuere, era el sexo el centro de su teoría, y en el núcleo de todo estaba el Complejo de Edipo. Freud llegó a sentirse como el Gran Profeta de este nuevo dogma sexual. Es difícil escapar a la tentación de ser un gurú, un guía espiritual, aunque uno en realidad sea (o crea ser) un materialista cientificista. Y cuando uno está convencido de haber encontrado la explicación de todo, tampoco es fácil aceptar que tal vez uno está exagerando un poco...

Agarrando el toro por los cuernos

Entre sus discípulos había uno en particular a quien Freud llegó a apreciar como un hijo y nombrar como heredero: se trata de Carl Gustav Jung, quien muy edípicamente terminaría rebelándose contra su padre. La historia de la ruptura entre los dos hombres siempre me ha fascinado: cuando se llegó al punto sin retorno, Freud sufrió un desmayo al confrontar al hijo rebelde, y de ahí en adelante expulsó y repudió al cismático, acusándolo incluso de antisemita, desleal, deshonesto, confundido y hasta de "suizo". Tal vez Jung sintió en ese momento, en palabras de su maestro y padre espiritual, que "el padre, asesinado en el mito de Edipo, es el 'padre interior', del que tenemos que libertarnos para llegar a ser independientes".

Las razones para la ruptura eran varias, y no era únicamente la cuestión sexual: siempre habrá que darle crédito a Freud por abrir el closet victoriano. Eso requería mucho coraje. Pero obviamente no podía ser la clave para entender absolutamente todo. Cierto que después el sexo perdería mucho de su misterio: la poesía trovadoresca ya no podría existir si la sexualidad era entendida como una simple necesidad fisiológica. Pero preferimos prescindir de los cantos al amor imposible mediados por el cinturón de castidad a cambio de entender mejor "los hechos de la vida" y abrir un camino de sinceridad. Las mujeres poco a poco dejarían de ponerse el trapero que se ponían en la supuesta belle epoque y ya no habría Beatrices ideales: siempre es mejor tratar con mujeres reales.

También estaba la cuestión del inconciente, que no tenía que ser un territorio oscuro y terrorífico, poblado por los fantasmas de la represión y perversiones inconfesables. ¿No podía el inconciente verse bajo una luz más optimista, como una fuente de creatividad y de novedosas energías de transformación? El enfoque freudiano partía de lo patológico, de la enfermedad, pero Jung creía que era más correcto partir del ser humano sano y tratar de comprender al enfermo a partir del sano. Por otra parte, el positivismo de Freud lo obligaba a sentir una enorme desconfianza hacia productos culturales como la religión, la filosofía, y en general a las diversas manifestaciones de la espiritualidad, todo lo cual entraba para él dentro del dominio despreciable del ocultismo. Ciertamente hay un elemento no-racional en todas estas cuestiones, pero sólo se le puede hacer justicia a la complejidad de la mente humana si se comprende que hay una parte de ella que no es susceptible a la investigación científico-empírica.

lunes, 29 de agosto de 2016

Freud y el arte

Hay un libro de Giovanni Papini llamado "Gog" que fue muy famoso hasta los años 70 y que ha sido injustamente olvidado. Trata de un excéntrico millonario norteamericano retirado que se dedica a visitar y entrevistar a las mayores celebridades de principios del siglo XX. En su lista incluye a tipos como Henry Ford, Einstein, Ghandi, incluso Lenin. Quizás la más grata de todas las entrevistas es la de Sigmund Freud, obviamente basada en la autobiografía del personaje. Simpatizo con la visión que nos muestra Papini, a quien, como a casi todos los artistas, Freud le caía muy bien. En su ya mencionada autobiografía dice Freud que nunca sintió predilección especial por la actividad médica, sino más bien una curiosidad hacia las "circunstancias humanas". La teoría evolucionista de Darwin y sus lecturas de Goethe sobre la naturaleza lo llevaron a inscribirse en la facultad de medicina. En medio de circunstancias económicas no demasiado holgadas, y dada su condición de judío, prefirió asegurarse el pan como médico y no correr el riesgo de pasar hambre como poeta.

Ya vimos que Marx encontró detrás de las apariencias de libertad las relaciones de propiedad, "las aguas heladas del cálculo egoísta", la estafa fundamental del sistema que pretende comprar el trabajo como si fuera una mercancía más, el horror de tener que trabajar para producir algo que no será tuyo en una actividad que detestas pero a la que no puedes renunciar porque tienes que llevar la proverbial bolsa de comida a tu casa. No bastaba con revelar, había que rebelarse ("no tenemos nada que perder excepto nuestras cadenas"), y así Marx fue expulsado de todos los países de Europa, encontrando refugio finalmente en Inglaterra, la capital del capitalismo. Allí tuvo que comer pan con patatas con su mujer y sus hijos, sobreviviendo gracias a la ayuda del compadre Engels. Su madre siempre le reclamó que en vez de escribir sobre el capital, debió haber amasado un capital.

Freud, por su parte, empezó escandalizando a los filósofos al hablar del inconsciente (¿podemos saber algo sin saber que lo sabemos? ¿qué diría Kant?). Luego dedujo que detrás de los trastornos nerviosos se encontraban las distorsiones de la sexualidad y empezó a decirlo con todas sus letras. No sólo los trastornados reprimían su sexualidad, toda la sociedad de su tiempo lo hacía, y su "verdad detrás de las apariencias" provocaba el más profundo rechazo. El escándalo se hizo mayúsculo cuando dijo que los niños eran polimórficamente perversos, auto-eróticos, sadomasoquistas, voyeuristas-exhibicionistas, y para coronar, que la madre era el primer objeto de su deseo sexual. Con su cultura clásica empezó a desenterar viejos mitos griegos para nombrar perversiones: Narciso, Edipo... En 1900 empezó a interpretar los sueños, explorando un mundo hasta entonces reservado a artistas como El Bosco o Goya y anticipando a los surrealistas, que desde luego lo adoraron... no así la "comunidad científica" ni mucho menos la sociedad bienpensante: para ellos el judío Freud echaba su veneno corrosivo sobre todo lo que se consideraba sagrado, decente, recatado... Ya saben, las señoritas decentes no deben hablar de religión, de sexo ni de política.

"El sueño de la razón produce monstruos" dice el epígrafe del grabado número 43 de los Caprichos de Goya. El mundo es irracional, el miedo impera, los sueños son terribles, "todo ángel es terrible", nadie es inocente, mucho menos los niños, las señoritas decentes pueden sacarnos los ojos con sus zapatos de tacón, los deslices que cometemos al hablar y hasta los chistes que contamos revelan nuestra perversión... como no creemos en el cura confesor nos vamos con el psicoanalista que no nos curará nunca para poder seguir sacándonos dinero... la psicología que iba a liberarnos se transforma en dictadura. Los profetas nos engañan: Freud terminó creyéndose el sumo sacerdote de la sexualidad, con sus tótems y sus tabúes y su inquisición que no toleraba disidencias y quemaba a los herejes... ese será nuestro próximo tema. La crítica no cesa: hay que hacer la Crítica a la crítica crítica.

sábado, 27 de agosto de 2016

Más acá del bien y del mal

Para hablar de Freud a mí me gusta empezar por mencionar a un personaje trágico y quijotesco que con su poética encendida nos conmueve extrañamente y  hace creer a muchos que es un filósofo, un maestro como Platón o Kant, cuyas ideas pueden ser estudiadas tranquilamente en la universidad. Pero en Friedrich Nietzsche no hay que buscar un sistema de ideas (aplicándole sus propias palabras, "la mayor injusticia que se le puede hacer es tomarlo en serio"): hay que dejarse embriagar por sus visiones enfebrecidas y arrebatar hacia las alturas donde ofrece llevar a nuestros espíritus en pleno delirio dionisíaco. Es un poeta filosófico, uno de los mayores que han existido, eso sí. Y un profeta sin Dios (yo dejé de ir a misa a los 13 años después de leer a Nietzsche). Por algo Jorge Luis Borges escribió que "ningún autor del siglo XIX es tan contemporáneo nuestro como Friedrich Nietzsche".

En el tieso mundo victoriano donde le tocó vivir, entendió que la evolución revelada por Darwin, vulgarizada con la frase "el hombre desciende del mono", implicaba la negación de Dios (y con él de la religión y la moral), y desde entonces se dedicó a escandalizar mojigatos y a posar como héroe de una implacable filosofía del futuro. "Como el mono es al hombre, así será el hombre al Superhombre". Él, que era un hombre enfermizo y débil, quiso ser agente del desprecio y el sarcasmo, cuando en realidad ni siquiera podía soportar el despecho provocado por el rechazo de una mujer. Se necesitó una mujer para revelar la patética imagen de un cordero disfrazado de lobo... El profesor Nietzsche era, después de todo, humano, demasiado humano.

Si, la verdad es (de nuevo, en sus propias palabras) como una mujer, y todos los filósofos (dogmáticos o no) han entendido poco de mujeres, han sido inhábiles e ineptos para conquistar los favores precisamente de una mujer... esa mujer que no se deja conquistar, la misma de la que decían que a los nueve meses de conocer a un hombre lo hacía parir una obra maestra -en el caso de Nietzsche fue nada menos y nada más que Así hablaba Zaratustra- es Lou Andreas von Salomé, que extrañamente, tras la extinción de Nietzsche en la locura, enlazaría para siempre su recuerdo con las chocantes revelaciones sobre la sexualidad humana con las que Sigmund Freud escandalizaría a ese mismo mundo victoriano y reprimido.


La historia de Lou Salomé es interesante y apasionante. Digamos tan sólo que vale la pena investigar sobre ella y su relación con algunos de los hombres más importantes de finales del siglo XIX, desde Nietzsche a Freud. Cuando Nietzsche la conoció era una joven veinteañera, cuando se hizo discípula de Freud ya tendría unos cincuenta. Llegó a ser una de las primeras mujeres psicoanalistas.

Hay una película que a mí me agrada mucho, y que describiría como "una comedia psicoanalítica" donde se juega con los personajes sin respetar la historia oficial. Se llama en inglés When Nietzsche Wept y en español El día que Nietzsche lloró. En ese link hay una versión del filme doblado al español castizo. Es muy divertido en verdad y al final efectivamente Nietzsche se echa a llorar por un buen rato, estropeando sus estupendos bigotes chorreados.

De hecho, conozco al menos tres famosas películas sobre Nietzsche.

martes, 23 de agosto de 2016

Teoría y Crítica y no sólo de Arte


Aquí la palabra clave es Crítica. Ya hay en UNEARTE otra materia (o Unidad Curricular, o como la quieran llamar en la jerga educativa) llamada Teoría del Arte. La novedad aquí es la noción de Crítica y sus derivados (criticar, crítico, discriminar, cribar, y hasta criminal, etc.). Es interesante investigar su etimología. Una de las palabras que pertenecen a esa familia etimológica parece que nunca pierde actualidad: crisis. Hay al respecto un texto atribuido a Albert Einstein que circula mucho por ahí, y que para algunos es apócrifo, pero ya que siempre estamos en crisis, o que salimos de una para entrar en otra, tiene un agradable saborcito agridulce. También escribió Einstein sobre el socialismo. Y además tocaba el violín (no sería un virtuoso, pero ¿por qué iba a tocar mal?)

Hablando de crítica, mencionemos el tema del (así llamado) Pensamiento Crítico para establecer una especie de marco de referencia. Porque no puede ser que pasemos directamente a hablar de Crítica de Arte con el criterio (otra palabra relacionada etimológicamente con crítica, crisis, etc.) de que estamos es una escuela de arte y que el arte es lo único que nos interesa. Tal postura no sería más que un reduccionismo según el cual si somos zapateros sólo sabemos de zapatos. Así lograríamos que nuestras vidas fueran más pobres y andaríamos por el mundo ignorando su deliciosa complejidad. Abramos un poco el compás y veamos qué se quiere decir cuando se habla de Pensamiento Crítico. Para algunos es el pensamiento "de la izquierda", para otros tiene un sentido lingüístico. Incluso otros se han querido apropiar del término.

Bueno, si buscamos un poco podremos encontrar variadas definiciones (incluyendo la mejor de todas: es un concepto que no puede ser definido), pero cuando yo uso el término Pensamiento Crítico me refiero a la capacidad de descubrir -o discernir, otra palabra etimológicamente relacionada- la verdad que está oculta detrás de las apariencias. Una actitud "crítica" consiste en nunca aceptar las verdades impuestas. Y en mi opinión, en la base de todo el pensamiento crítico de los últimos 150 años se encuentran las ideas portentosas, revolucionarias y liberadoras de Karl Marx y Sigmund Freud. Dos judíos alemanes que hoy en día son tan polémicos como cuando salieron a la luz (sólo otro judío alemán ha tenido un impacto comparable, y es justamente Albert Einstein). Y ahora me propongo la difícil tarea de despachar a estos dos monstruos dedicando un par de párrafos a cada uno. Veamos.

Cuando cayó la Unión Soviética en 1992 muchos se frotaron las manos y quisieron lanzar a Marx al basurero de la historia, después de que entre los 60 y los 70 el marxismo y sus derivados habían llegado a ser una dictadura intelectual casi universal. Es increíble la cantidad -y la calaña- de gente que se llamaba a sí misma marxista en aquel tiempo, y que cuando vieron que el barco se hundía dejaron de serlo y se convirtieron en todo lo contrario (o sea, "defensores de la libertad". El capitalismo nunca reconoce lo que es y siempre se oculta detrás de la peligrosa palabra "libertad"... por eso en el "mundo libre" siempre algunos son más libres que otros...). Uno de los que sin embargo permanecieron fieles y consecuentes al pensamiento marxista y que comprendieron la necesidad de renovarlo fue Ludovico Silva, figura controvertida que, a pesar de los actuales intentos de reivindicación, todavía resulta difícil de tragar para muchos porque es "incasillable". Por ser un poeta maldito al mismo tiempo que un teórico marxista siempre será condenado silenciosamente por el puritano oculto dentro de todo marxista ortodoxo. Porque el marxismo mal entendido se parece demasiado a una religión (sin Dios pero sectaria).

En fin, hay dos libros que quisiera recomendar de su vasta bibliografía: su póstumo En Busca del Socialismo Perdido, sólo para gente con suficiente conciencia histórica como para saber quién era Mijail Gorbachov y que deseen revivir los estertores del comunismo soviético encarnados en aquellas dos palabras tan hermosas y evocadoras de toda una época: perestroika y glasnost  (Anotemos de paso que Ludovico Silva murió en 1988 y por lo tanto no vivió el drama del derrumbe de la URSS y del propio Gorbachov). Pero sobre todo me interesa destacar otra obra, escrita en los años 70 con el irónico título Antimanual para uso de marxistas, marxólogos y marxianos.

¿Es usted marxista, marxólogo o marxiano? Según mi personalísima interpretación, el marxista es el creyente, el militante, el "cuadro". ¿Se puede seguir siendo marxista después del colapso de la URSS? Claro. Después de todo, Marx nunca formó ningún gobierno. Por eso no existe el marxista puro, y sí el leninista, maoista, kimilsumista o hochiminista... que adaptaron el marxismo a particularidades históricas muy diferentes y sí llegaron al poder... También hay los trotskistas, que fueron expulsados del poder, y los teóricos: althuserianos, lucaksianos, y hasta sartreanos... La URSS fue una opción de poder en un mundo que ya no existe. En la actual Federación Rusa no echan de menos al marxismo-leninismo, ni al materialismo dialéctico ni al ateísmo, y Vladimir Vladimirovich Putin anda completamente en otra cosa... Rusia hoy es otra cosa y el complejísmo mundo de hoy también es otra cosa... Definitivamente, la historia ni se detiene ni llegará a su fin mientras exista el ser humano...

El marxólogo, por su parte, es el erudito que se ha leído todo el corpus marxista desde la tesis doctoral sobre Epicuro y Demócrito hasta la Crítica al programa de Gotha... muchos de estos, por cierto, saltaron la talanquera hace años y hoy son acomodados y respetables profesores universitarios, académicos y burgueses y totalmente alérgicos a la palabra "revolución"...

Por último el marxiano es el que habita en el planeta Marx, consciente de que éste último dijo alguna vez: "si esto es marxismo, entonces yo no soy marxista". Yo me apunto como marxiano y que me perdone mi querido profesor Gonzalo León.

Aunque concordamos con Ludovico en que la médula del pensamiento marxista no sólo no ha perdido su vigencia sino que es "una cuestión de futuro" (en cada nueva crisis del capitalismo se vuelven a editar sus obras y a recordar sus enseñanzas fundamentales), nosotros como venezolanos tenemos una prueba incontestable de que Marx no era perfecto ni infalible: se trata de su famoso artículo sobre Simón Bolívar publicado en la New American Cyclopedia en 1858. Este artículo ofrece una oportunidad única para aplicar el Pensamiento Crítico sobre uno de los pilares de este pensamiento, algo así como hacer una Crítica de la crítica crítica. Se trata de una investigación sumamente interesante que propongo a mis apreciados y respetados estudiantes de Teoría y Crítica de Arte y que estoy dispuesto a retribuir con una nota muy buena (claro, si me gusta el trabajo, si consultan fuentes estimulantes y si logran conmoverme). Para ello no hace falta ser un marxólogo pero sí mostrar una capacidad crítica que tal vez les sea de utilidad en el futuro.