martes, 9 de julio de 2019

A los lirios del campo

Este es el primer resumen más o menos completo de la investigación para mi futura tesis doctoral. Espero que su lenguaje no sea tan doctoral. Respeto la docta ignorancia (cuando los doctos reconocen su ignorancia). También respeto las creencias de todos. Uno es lo que uno cree. El mundo no es racional, como pretendía Hegel. Por eso siempre habrá religión, porque siempre habrá algo más allá del límite que alcancemos con nuestras manos, física o virtualmente. En fin, no pretendo hacer un sermón. Ahí les queda eso.

Los lirios del campo no trabajan



EL EVANGELISMO ESTADOUNIDENSE
Y
SU EXPANSIÓN POR AMÉRICA LATINA
Por: PEDRO LEONARDO GONZÁLEZ
INTRODUCCIÓN: Desde un punto de vista agnóstico
Un estudio del Pew Research Center (por cierto, Pew significa “banco de iglesia”), publicado en 2018, muestra que el 80% de los estadounidenses afirman que creen en Dios, y el 56% dicen creer en Dios “tal como se le describe en la Biblia.” Según esto, en EEUU, la mayor potencia militar y económica del mundo, y quizás de la historia, hay una mayoría suficiente para arrasar en unas elecciones que cree en una religión de raíces semíticas, egipcias, orientales y helenísticas; asimilada por romanos y bárbaros germánicos; escindida hace 500 años por una Reforma tal vez más política que religiosa; y trasladada al Nuevo Mundo por un puñado de disidentes que a su vez la transformaron en esa cosa delirante que hoy conocemos como la Religión Americana. Y que cada vez más merece llamarse Americana, ya que se la consigue desde Alaska hasta la Patagonia.

Sangre, sexo y Biblia en Hollywood

Para estudiar esta realidad, conviene asumir un punto de vista agnóstico, o quizás escéptico, en el sentido filosófico de suspender el juicio ante la imposibilidad de tener un conocimiento cierto acerca, en este caso, de la existencia de Dios. Porque si crees en Dios, o si no crees, en ambos casos se trata de una creencia, no de una certidumbre. Un ateo es un creyente pero de signo negativo. 

Al respecto, me viene a la memoria la famosa “Apuesta de Pascal”, que podemos resumir de este modo: llegado el momento de la muerte (y aceptando, como dice Harold Bloom, que la religión se vuelve realmente pertinente cuando uno se encuentra ante la muerte), resulta más conveniente, desde el punto de vista de la teoría del juego, apostar a que Dios existe. Porque si se da este último caso, puedes ganarlo todo sin que pierdas nada. Pero si apuestas a que Dios no existe, puedes perderlo todo (es decir, ser condenado eternamente) si se da la posibilidad contraria. Sopesando los posibles resultados, la apuesta más conveniente es a que Dios sí existe. 

Esta travesura del ultra-católico Pascal no les hace ninguna gracia ni a los ateos (“el ateísmo es el vicio de unas pocas personas inteligentes”), ni a los deístas anticlericales cuyo héroe es Voltaire. Dicen que en su lecho de muerte, Voltaire llamó a un cura, se confesó y se declaró cristiano; pero la autenticidad del único documento que atestiguaría este hecho ha sido puesta en duda (sobre todo por los volterianos). Simón Rodríguez, que murió en circunstancias muy dramáticas, no llamó al cura, pero se lo enviaron, y pasó varias horas discutiendo con él. Podemos imaginar que esa conversación se parecería a la del famoso Diálogo entre un sacerdote y un moribundo del marqués de Sade, en la que el libertino moribundo se arrepiente, sí, pero de no haber gozado lo suficiente en este mundo; y termina invitando al cura a una orgía con la que celebraría el fin de su vida (pecadora)… 

Voltaire

TRES LIBROS
Auguramos que El monstruo y sus entrañas llegará ser un texto fundamental para grupos de investigación dedicados a estudiar las múltiples facetas de la sociedad estadounidense. En particular hay que darle crédito al profesor Acosta por asumir la importancia que le corresponde al tema de la religión, una de las bases del sistema plutocrático-teocrático que gobierna EEUU; así como de su ideología de “nación indispensable”, elegida por Dios; la utópica “ciudad en la cima de la colina”.

Las raíces de esa variante del protestantismo que se instauró en Norteamérica están en el calvinismo, la “más barata” de las religiones y la más compenetrada con el capitalismo. Si bien han ocurrido grandes cambios en los dos últimos siglos, elementos de origen calvinista, tales como la noción de la predestinación y del éxito económico como prueba de la bendición divina, son todavía parte esencial de las creencias religiosas estadounidenses. 

El libro del profesor Acosta nos conduce entre otros a dos textos fundamentales para comprender el fenómeno que nos ocupa: uno es La Religión Americana de Harold Bloom, que nos libera de los prejuicios de historiadores, sociólogos y antropólogos para enfocarnos en una reveladora “crítica de la religión”. Para el estadounidense, su relación con Dios es absolutamente personal: su yo y Dios están en comunión íntima. El gnosticismo pasa de ser una herejía precristiana a la base oculta de la Religión Americana, cuya premisa central es que el yo estadounidense llegará a ser uno con Dios. Los revivals ocurridos a principios del siglo XIX crearon una religión autóctona muy apartada de sus raíces europeas, hasta el punto de que se puede hablar de post-cristianismo, o al menos de post-protestantismo. En una nación obsesionada por la religión, iglesias históricamente contrapuestas entre sí se unen para convertirse en los “orgullosos pilares” del Partido Republicano. 

Por último tenemos a Los orígenes del fundamentalismo en el judaísmo, el cristianismo y el islam de Karen Armstrong, que empieza por esclarecer el significado del fundamentalismo, término que, aunque suele emplearse para descalificar el extremismo islámico, de hecho tiene sus orígenes en la historia del protestantismo estadounidense. Los Fundamentals encarnaron un intento de sistematizar las doctrinas ultra-ortodoxas que las élites protestantes más intransigentes querían oponer a nociones modernas tales como el evolucionismo. Para desambiguar el término, Armstrong lo extiende a las tres grandes religiones monoteístas e intenta caracterizarlo como un fenómeno propio de la modernidad, que aparece como reacción contra ésta por parte de sectores conservadores que se sienten amenazados por las nuevas ideas que el Occidente liberal ha impuesto, muchas veces de manera traumática. 

Fundamentalismo
Dentro del protestantismo en EEUU, los ahora llamados fundamentalistas son el núcleo duro de la moral majority, la base social de los gobiernos republicanos desde Nixon, que rechaza los movimientos por los derechos sociales de las minorías surgidos en los años 60. Para la actual administración de Trump, son sus aliados clave, encabezados por el vicepresidente Pence. Los caracteriza su halconismo y pro-israelismo, su odio a la multiculturalidad, el feminismo y todo lo que huela a tolerancia, progresismo o izquierdismo.

LOS ORÍGENES
Cuando Lutero empezó a decir que un hombre con su Biblia bajo el brazo valía por mil papas, desató una revolución, pero también abrió una caja de Pandora. Desde entonces, cualquiera que tuviera lo que Bloom llama “capacidad mitopoyética” podía presentar una nueva interpretación de las Escrituras; y si además poseía suficiente carisma, eso bastaba para fundar una nueva religión. Así empezó la proliferación de las iglesias reformadas. El luteranismo como tal se expandió principalmente por el norte de Alemania y Escandinavia. Actualmente es una de las iglesias agrupadas bajo el denominado “protestantismo clásico”. 

Calvino

Calvino es un caso enteramente diferente. Después de establecer una verdadera dictadura teocrática en Ginebra, simplificó la teología de la Reforma, convirtiéndola en una ideología que sólo apelaba a la autoridad absoluta de la Biblia y cinco puntos bien definidos. Su exitosa unificación de religión con política y la disciplina que supo imponer fueron muy admiradas en otros países de Europa, muy particularmente en Inglaterra y Escocia. El calvinismo migrado a las Islas Británicas se transformó en puritanismo, un movimiento empeñado en depurar la Iglesia de Inglaterra de todo resto de “papismo”. 

Enrique VIII había separado la Iglesia Anglicana de la Romana por la negativa de ésta a autorizar su divorcio de Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos, haciendo que el rey inglés fuera al mismo tiempo jefe de la iglesia. Demasiado parecida al catolicismo para las radicales aspiraciones reformistas de los puritanos, y sometida a los caprichos de los sucesores de Enrique, su definitiva “nacionalización” y la erradicación de la “idolatría papista” estuvieron entre las causas de las Guerras Civiles de 1642-1689. Los puritanos llegaron al poder con Cromwell, que decapitó al rey (1649) y estableció una república parlamentaria. Tras su muerte en 1658 la monarquía fue restaurada (1660) y los puritanos, caídos en desgracia y perseguidos, incrementaron su emigración masiva al Nuevo Mundo, con la esperanza de renovar allá su alianza (covenant) con Dios y fundar enclaves según el modelo que había impuesto Calvino en Ginebra. Poco a poco nuevos revivals fueron creando iglesias que se rebelaban contra la asfixiante tiranía teocrática de los puritanos de Nueva Inglaterra. 

Cromwell

LAS TRES GUERRAS CIVILES INGLESAS Y EL SIONISMO
Thierry Meyssan publicó en 2014 un artículo en la Red Voltaire donde cuenta esta misma historia con una perspectiva muy original: según una peculiar interpretación de la Biblia del Lord Protector Cromwell y sus puritanos, no sólo era necesario para la salvación de sus almas eliminar la prohibición que pesaba sobre los judíos de establecerse en Inglaterra, sino contribuir a su dispersión por todo el mundo, para finalmente reagruparlos en Palestina, donde se establecería un nuevo Templo de Salomón que facilitaría la transición al reino de mil años después de la Segunda Venida de Cristo. Este proyecto fue frustrado con la derrota de los puritanos en lo que Meyssan llama la Primera Guerra Civil Inglesa, desafiando la terminología histórica convencional. 

Ejecución de Charles I

La Segunda Guerra Civil Inglesa, según Meyssan, también llamada Guerra de Independencia de EEUU (1775-1783), fue motivada no tanto por los principios de la Ilustración como por el deseo de los partidarios exiliados de Cromwell de reafirmar su libertad religiosa. Una vez conseguida la victoria, la nueva república encabezada por Washington, Jefferson, Franklin y los Padres Fundadores retomaría gradualmente el proyecto sionista. 

Después de la Tercera Guerra Civil Inglesa, también conocida como Guerra de Secesión, American Civil War o Guerra del Norte contra el Sur (cuya causa principal no fue, como se cree erróneamente, terminar con la esclavitud de los negros, ya que cinco estados del Norte seguían practicándola), se consolidó finalmente el estado-nación norteamericano bajo un gobierno unificado, que enseguida concentró toda su energía en concluir la conquista del Oeste y hacerle la guerra a los indios. Ante estos sucesos, el Imperio Británico, que vivía su período de mayor esplendor bajo la reina Victoria, decidió reconciliarse definitivamente con los herederos del renegado Cromwell. En 1868 fue nombrado Primer Ministro el judío Benjamin Disraeli, que enseguida se dedicó a formar una alianza entre el Imperio Británico, todavía la mayor potencia militar del mundo; los cada vez más formidables EEUU, cuyo “destino manifiesto” era ser la gran potencia del futuro; y la diáspora judía, que concentraba el poderío económico y financiero. La clave de esta alianza era reavivar el proyecto sionista, es decir, la creación de un estado judío en Palestina.

Cromwell, Disraeli, Blackstone

El sionismo nace entonces como un proyecto esencialmente anglo-norteamericano con la participación de una élite judía, la mayoría de cuyos integrantes ni siquiera practicaba la religión hebraica. De hecho, los rabinos siempre se opusieron al proyecto. Pero el sionismo es el cemento que permitió unificar las aspiraciones imperialistas de Londres y Washington y sellar su alianza que perdura hasta nuestros días.

La historiografía oficial dice que el padre del sionismo fue Theodor Herzl, pero si se revisan los documentos de los propios sionistas, encontramos que el verdadero fundador fue un ministro cristiano dispensacionista, el reverendo William E. Blackstone. El dispensacionismo sostiene (entre otras doctrinas delirantes) que hay que establecer a los judíos en Palestina para que ellos participen en la batalla de Armagedón. Una vez vencido el Anticristo, vendrá el Milenio, y los verdaderos cristianos serán arrebatados al Cielo (The Rapture). Los judíos que se conviertan también serán arrebatados; los que no, serán condenados. Los dispensacionistas (o Cristianos Sionistas) creen que ellos manipulan a los sionistas, y estos se burlan de aquellos, aprovechando sus creencias para seguir recibiendo la inmensa ayuda militar de EEUU. Por estúpido que parezca, esta ideología explica la absoluta sumisión de la política exterior de EEUU a Israel, más allá de los millones que manejan los lobbies judíos. 

Es cierto que la presión que Blackstone ejerció sobre Herzl y Woodrow Wilson fue decisiva en la posterior creación de Israel: recordemos que los planes originales de Herzl y los británicos eran establecer el estado judío en África o Argentina. De hecho, Israel es un enclave colonial anglo-estadounidense asentado entre las fabulosas riquezas petroleras del Medio Oriente. La religión aparece una vez más jugando un papel protagónico en la política.

Lo único que Meyssan deja fuera es la guerra anglo-estadounidense de 1812: ¿habría que considerarla como una continuación de la Segunda Guerra Civil Inglesa o tendríamos que hablar de cuatro guerras? 

TELEVANGELISMO, “MORAL MAJORITY” Y DERECHA CRISTIANA
La Reforma siempre estuvo vinculada a los medios de comunicación más avanzados, empezando con la imprenta de Gutenberg. Sin la imprenta, en palabras de Víctor Hugo, la Reforma hubiera sido apenas un cisma; gracias a la imprenta, fue una revolución. Uno de los primeros documentos impresos fueron las 95 tesis de Lutero, y poco después, su famosa traducción de la Biblia al alemán, que sintetizó los diversos dialectos germánicos en una lengua unificada. La lectura libre de las Escrituras traducidas a las lenguas vernáculas siempre ha marcado una diferencia esencial entre protestantes y católicos. 

La Biblia de Lutero impresa por Gutenberg

En la década de 1920 ocurrió la masificación de la radio, que en un país obsesionado por la religión como EEUU pronto se llenó de predicadores dispuestos a ser pioneros de este medio. Con la expansión de la televisión en los 50, surgió el fenómeno de los televangelistas, con Billy Graham (1918-2018) como primera gran superestrella. No se puede mencionar a Graham sin decir que conoció y frecuentó a todos los presidentes de EEUU que ejercieron durante su carrera, desde Truman hasta Obama. Pero su favorito siempre fue Richard Nixon, político icónico de la ultraderecha y el anticomunismo, al que Graham no dudó en apoyar abiertamente desde la plataforma de popularidad que le garantizaba la TV. Si bien era políticamente conservador, Graham fue lo suficientemente abierto como para colaborar y ser amigo de gente como Martin Luther King Jr. Pero la siguiente generación de televangelistas, encabezada por Jerry Falwell, sería mucho más reaccionaria.

Billy Graham con Nixon
Fundamentalista por antonomasia, Falwell (1933-2007) apoyó el segregacionismo racial y siempre combatió el feminismo, el aborto y los derechos de los homosexuales. En 1979 fundó la Moral Majority, movimiento que aglutinó millones de seguidores, cuyos votos contribuyeron decisivamente a la elección de Ronald Reagan en 1980. A diferencia de Graham, al que se atribuyen rasgos antisemitas (al igual que a Nixon), Falwell siempre apoyó abiertamente al estado de Israel. Siendo una figura de alto perfil, hizo declaraciones tan polémicas como que el SIDA era un castigo divino a los homosexuales, y culpó a gays y lesbianas y a los partidarios del aborto y el feminismo de los ataques del 11 de septiembre de 2001. Falwell fue el más influyente de una serie de figuras que activaron la militancia política de los cristianos conservadores en un frente común que se conoce como la Derecha Religiosa. Es justo reconocer que al menos fue muy consistente en su conservadurismo, manteniéndose al margen de los escándalos de todo tipo que salpicaron a otros televangelistas. 

EL CRISTIANISMO SIONISTA: MÁS ALLÁ DEL FUNDAMENTALISMO
Tras la fundación del estado de Israel en 1948, y sobre todo después del electrizante Blitzkrieg de la Guerra de los Seis Días de 1967, cuando los israelíes se impusieron sobre egipcios, sirios, jordanos e iraquíes, el antisemitismo de los halcones anglo-estadounidenses se disipó y los israelíes empezaron a ser vistos como unos tipos blancos, duros e implacables de los que valía la pena ser aliados. Como dice Norman Finkelstein, “La ayuda norteamericana cambió de un goteo a un torrente no cuando Israel era percibido como débil y vulnerable, sino después de que demostró su fuerza, en la Guerra de los Seis Días.” En consecuencia, hasta el mismísimo Billy Graham empezó a apoyar públicamente a Israel, anticipando la postura a la que actualmente nos tiene acostumbrados la Derecha Cristiana. 

La Guerra de los Seis Días
Tras la llegada al poder de G. W. Bush en 2000, los dispensacionistas o Cristianos Sionistas finalmente alcanzaron cuotas de poder nunca antes vistas. Enumeremos sus creencias principales: 1) los cristianos están obligados a apoyar las políticas de los gobiernos sionistas de Israel de establecer un estado judío racialmente puro en tierras arrebatadas a los árabes. 2) La batalla de Armagedón, un conflicto nuclear mundial, es inminente, y los judíos de Palestina tendrán un rol protagónico en ese conflicto. 3) Una élite de cristianos serán arrebatados directamente al cielo en cuerpo y alma y salvados de los horrores apocalípticos en un evento llamado The Rapture

Gente como Mike Pence o Mike Pompeo creen en este escenario, al igual que millones de estadounidenses, aunque no son la mayoría de los cristianos del país. Sin embargo, esta secta, asociada con un personaje tan poco edificante como el frívolo y farandulero Donald Trump y los belicosos y arrogantes neo-conservadores, tiene actualmente el poder para tomar decisiones bajo la influencia de las más pregoneras y tendenciosas interpretaciones bíblicas. Los sionistas se aprovechan de sus exabruptos hasta el punto de tener a EEUU en condición de estado vasallo. Todo lo cual coloca a la humanidad en una de las situaciones más peligrosas de los últimos tiempos. 

The Rapture

PENTECOSTALES: ENTUSIASMO Y POPULISMO
El pentecostalismo es un movimiento que aparece como protesta ante los excesos del fundamentalismo. Para Karen Armstrong, se trata de un “rechazo posmoderno” a la racionalidad, dogmatismo y elitismo de los líderes fundamentalistas, que generalmente son blancos educados, graduados en teología de alguna universidad, tiesamente formales, arrogantes, excluyentes y amantes de los argumentos librescos. Si bien el descenso del Espíritu Santo sobre los apóstoles en Pentecostés es una de las más antiguas tradiciones cristianas, el pentecostalismo como tal empieza en 1906 con el famoso revival de la calle Azusa en Los Ángeles, bajo la inspirada dirección de un predicador negro de nombre William Seymour. A diferencia de los típicos rituales tiesos de los protestantes blancos, el pentecostalismo permitía expresar la emocionalidad intensa, el fervor y la entrega que caracterizan a la religiosidad negra, que es una de las mayores influencias dentro de la Religión Americana, cosa que no suele reconocerse en su justa medida debido al racismo intrínseco de la sociedad estadounidense. 

Hay una rebelión social implícita en el pentecostalismo, un deseo de darles voz a las mayorías carentes de educación para que expresen su religiosidad a su manera. De ahí que atrajera a multitudes de negros, latinos y blancos de extracción social baja. Otro elemento era su rechazo al discurso racional, del que siempre han desconfiado los místicos, pues la experiencia religiosa debe ser inefable. Se buscaba a Dios más allá de la esfera del lenguaje. El bautizo por el Espíritu Santo implicaba, como dice la tradición bíblica, o bien la xenoglosia (hablar en lenguas extranjeras) o la glosolalia (“hablar en lenguas” aunque sean ininteligibles), ambos fenómenos irracionales e inexplicables. También se aceptaba como algo cotidiano las curas milagrosas y los exorcismos. En los desinhibidos servicios pentecostales se escuchaba la temida música de los negros, que los mojigatos llamaban “música del diablo”. De hecho, muchos músicos negros que luego se harían famosos iniciaron sus carreras en las misiones pentecostales. 

Fervor de la religiosidad negra

Los fundamentalistas los odiaban: los comparaban con los aborrecidos católicos; los acusaban de superstición, fanatismo y promiscuidad; los llamaban “el vómito de Satanás”. Dentro del mismo pentecostalismo también había grupos, principalmente de blancos, que echaban de menos la respetabilidad puritana, y estos grupos se empeñaron en mitigar lo que para su mentalidad conservadora eran los excesos del movimiento. Así se apagó el fuego que avivaba aquellas primeras comunidades, y la línea moderada terminó aliándose con el fundamentalismo en las filas de la Derecha Cristiana. Pero una evolución posterior del movimiento reaparecería con una fuerza sorprendente hacia la década de 1980. 

EL NEOPENTECOSTALISMO A LA CONQUISTA DEL MUNDO
Volvamos a acudir a las siempre interesantes estadísticas del Pew Research Center (aunque ellos advierten que las cifras, a veces proporcionadas por las mismas organizaciones cristianas, no son enteramente confiables): según sus estimados de 2011, hay 279 millones de pentecostales en el mundo y más de 300 millones de carismáticos, para un total entre ambos de más de 584 millones de fieles. Esto significa aproximadamente un 9% de la población mundial, y 27% del total de cristianos en el mundo. (Aquí cabe aclarar la diferencia entre pentecostales y carismáticos: los primeros pertenecen a alguna de las denominaciones pentecostales “históricas”, como las Asambleas de Dios, la Iglesia Cuadrangular, etc.; los segundos pueden estar afiliados a otras iglesias —incluso la católica— o a congregaciones independientes, pero comparten algunas de las prácticas pentecostalistas, como la curación “por la fe”, la profecía y el hablar en lenguas.) 

Aunque sus raíces son estadounidenses, esta variante del evangelismo se ha expandido por todo el mundo, particularmente África (15% de la población) y América Latina (13%). Se dice que hay 80 millones de adeptos pentecostalistas en EEUU, pero 84 millones en Brasil (la mayor proporción del mundo), 72 millones en China, 41 millones en Nigeria, 38 millones en India y 25 millones en Filipinas. Aunque no le ganan al Islam como la religión de mayor crecimiento en el mundo, son indudablemente la denominación cristiana que más se ha incrementado en los últimos 30 años.

Las explicaciones que pueden darse a este fenómeno de masas son múltiples. Podríamos concentrarnos en tres aspectos: primero, la capacidad sincrética del pentecostalismo facilita que sea aceptado por las que podríamos llamar “sociedades animistas”. Si alguien cree en el mundo de los espíritus, puede pasar a creer en un único espíritu verdadero, el Espíritu Santo, y repudiar a otros “espíritus malos” en nombre de Jesús. Dice la antropóloga Angelina Pollak-Eltz: “En Sudamérica, el pentecostalismo tiene un trasfondo católico-espiritista-chamanístico-afroamericano. Los creyentes nacieron como católicos, pero a menudo al mismo tiempo muchos de ellos practicaban el espiritismo, la brujería y el curanderismo chamánico.”

Euforia pentecostal

Por otra parte, tenemos la actitud hacia la pobreza. Muy weberianamente, los pentecostales predican una ética protestante del trabajo, y el Espíritu Santo no parece muy alejado del Espíritu del Capitalismo. Es interesante apuntar que los movimientos izquierdistas dentro del catolicismo, como la Teología de la Liberación, nunca tuvieron la misma recepción entre los pobres que han tenido las iglesias neopentecostales. Una cita muy pertinente de un teólogo católico izquierdista es la siguiente: “La teología de la liberación optó por los pobres, y los pobres optaron por el pentecostalismo”. La alternativa que ofrece este último es la “Teología de la Prosperidad”, que desarrolla la idea calvinista de que el éxito económico es señal de la gracia divina. También, ante la idea franciscana de la pobreza como virtud cristiana, los neopentecostales plantean la polémica pregunta: ¿era Jesús pobre? Habría que preguntarle al obispo brasileño de Pare de Sufrir, Edir Macedo, cuyo patrimonio se calcula en 950 millones de dólares.

Finalmente, está la cuestión moral (o como diría Kant, la razón práctica). El catolicismo se percibe como una religión blanda, complaciente, sin compromiso, que sólo aparece cuando hay bodas y bautizos. En cambio, el pentecostalismo implica “volver a nacer” y por lo tanto aceptar un código de valores estricto que a su vez conlleva un verdadero cambio de vida claramente perceptible. Las familias pobres aceptan con sorprendente entusiasmo una moralidad alternativa, totalmente puritana, que proscribe la bebida, el juego y las juergas con mujeres fáciles; lo cual, como dirían Calvino y Weber, implica un ahorro inmediato para la familia; una décima parte del cual puede ir a dar a la caja de la iglesia. 

PENTECOSTALISMO Y POLÍTICA EN AMÉRICA LATINA
Considerando el enorme crecimiento de este movimiento religioso en la región (ya en 2006 se hablaba de 157 millones de personas, o el 28% de la población) no es de extrañar que aparezcan las implicaciones políticas y sociales. Hay algunos países donde este crecimiento ha sido mayor: Brasil, Chile, Argentina, Guatemala, El Salvador y Nicaragua. Se sabe que en Guatemala, un país donde más del 50% de la población se declara protestante, ha habido varios presidentes neopentecostales, incluyendo el último, Jimmy Morales, pastor y actor cómico. Pero el caso de Brasil, el “gigante sudamericano”, merece una atención especial. 

La historia de la Iglesia Universal del Reino de Dios, fundada en 1977 por Edir Macedo, es emblemática. Ya en 1990 poseía una amplia red de emisoras de radio. Recientemente se hicieron accionistas mayoritarios de la segunda cadena de televisión de Brasil, TV Record. El mercadeo demuestra ser irresistible y la iglesia crece desmesuradamente, al igual que las ganancias fabulosas de su pastor. Sin embargo, no son la mayor iglesia pentecostal de Brasil: este puesto lo ocupa la Asamblea de Dios.

Edir Macedo y Lula

Ya desde 1986, tras la caída de la dictadura militar, el pentecostalismo empieza a acumular una considerable fuerza parlamentaria. En las sucesivas campañas electorales, aparecen apoyando a personajes como Collor de Mello en 1989, rival de Lula y su izquierdista Partido de los Trabajadores. Los pentecostales presentan a Lula como marxista, anti-religioso, y hasta pro-católico. Después del impeachment de Collor, los pentecostales apoyan a Fernando Henrique Cardoso, una vez más contra Lula, y son un factor importante en su victoria. 

Macedo con Dilma
Para 2002, gracias a la presión ejercida por los izquierdistas pentecostales, 500 líderes evangélicos declaran su apoyo a Lula, entre ellos Macedo. Aunque la Asamblea de Dios apoya al candidato del gobierno, Lula gana en segunda vuelta. La presencia evangélica en el parlamento aumenta aún más. En 2006, los cada vez más influyentes pentecostales vuelven a apoyar a Lula. Entretanto, Macedo ha hecho construir una réplica mastodóntica del Templo de Salomón en Sao Paulo. 


En 2010 y 2014, son una vez más decisivos en la doble elección de Dilma Rousseff. Cuando las trompetas empiezan a sonar para derribar los muros de Jericó de Dilma, los evangélicos cambian de bando. Los parlamentarios pentecostales participan del linchamiento moral de la presidenta caída en desgracia. Surge entonces la figura de Jair Messias Bolsonaro, quien oportunistamente se hace bautizar en las aguas del Jordán. La televisora de Macedo lo entrevista poco antes de las elecciones de 2018, que gana en primera vuelta después de que una maniobra leguleya pusiera a Lula tras las rejas. Esta historia continuará.

 
Bolsonaro se bautiza en el Jordán

A MODO DE CONCLUSIÓN
Esta investigación no está ni remotamente concluida. Quisiera incluir testimonios de primera mano de las comunidades evangélicas de nuestro país. Contrastar el estilo sobrio y un poco soporífero de las iglesias tradicionales (como los bautistas) con el populismo desatado de los pentecostales. Entrevistar a creyentes de a pie y a sus líderes. Afinar mi comprensión del fenómeno. Entretanto, todo largo camino empieza con un primer paso. 

BIBLIOGRAFÍA
1.       ACOSTA, Vladimir. El monstruo y sus entrañas. Un estudio crítico de la sociedad estadounidense. Editorial Galac, Caracas, 2017.
2.       ARMSTRONG, Karen. Los orígenes del fundamentalismo en el judaísmo, el cristianismo y el islam. Tusquests editores, Barcelona, S.F.
3.       BLOOM, Harold. La religión americana. Taurus, Santillana, Madrid, 2009. Traducido por Damián Alou.
4.       CALZADILLA ARREAZA, Juan Antonio. El libro de Robinson. Siembraviva Ediciones, 2005.
5.       ENCYCLOPEDIA BRITANNICA ON LINE. https://www.britannica.com/
6.       FINKELSTEIN, Norman. La industria del holocausto. Laeditorialvirtual.com.ar (2008).
7.       MEYSSAN, Thierry. “Israel - Palestina ¿Quién es el enemigo?” (2014). https://www.voltairenet.org/article184972.html
8.       PEW RESEARCH CENTER. https://www.pewforum.org/
9.       POLLAK-ELTZ, Angelina. Estudio antropológico del pentecostalismo en Venezuela. UCV/UCSAR, Colección Santa Rosa, Caracas, 2000.
10.    WESLEY HALL, Irving. “Judeo-Christian values” (2006). http://www.notinkansas.us/monkeys.html

Caracas, Julio de 2019